Historia de las medias (III)
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Los cincos años siguientes a la Primera
Guerra Mundial van a marcar la ruptura definitiva con el pensamiento y el
estilo de vida del siglo XIX, dando paso a la modernidad. Son años de una
rápida transición en los que se harán notorios los cambios y las nuevas
necesidades de la sociedad. Fueron tantas las privaciones a las que se vio
sometida la población gracias al conflicto armado, que el deseo por la libertad
y las ganas de vivir están latentes en la nueva sociedad que se está
regenerando.
Las mujeres no son ajenas a ese deseo de
cambio, y como consecuencia, el prototipo de mujer recatada, resignada,
decorativa y dedicada a las labores del hogar va a desaparecer por completo.
Con ello, el vestido femenino va a adaptarse a la nueva mujer del
siglo XX.
Los años veinte
El cambio de pensamiento que acompañó a la
década siguiente a la Primera Guerra Mundial, la convirtió en una época
feliz. Europa, que se está reconstruyendo, es influida por primera vez
en la historia por los Estados Unidos, que vive un período de prosperidad y
auge económico. Ante las necesidades y los vacíos en el mercado que la guerra
causó, la producción en serie de bienes materiales se intensifica, con la
finalidad de poder alcanzar al mercado europeo. Especialmente en el sector
de la moda y de la vestimenta, se empiezan a crear grandes cadenas
comerciales de ropa, la difusión de revistas de moda va a aumentar y
se hará mayor énfasis en la publicidad debido a los nuevos medios de
comunicación como el cine y la radio.
Pero la influencia del Nuevo Mundo no solo se
limita a la vestimenta. Las mujeres de la sociedad americana ahora salen a
trabajar, tanto en fábricas como en oficinas, y consiguen la tan anhelada
liberación económica, ejemplo que seguirán las mujeres europeas.
Para las labores que ahora ocupa fuera del
hogar, la mujer moderna va a tener un nuevo traje: un vestido de tubo o
camisa con la mínima complicación de un agujero en el cuello y dos en los
brazos. El largo llega hasta la rodilla y por fin permite mostrar las
piernas. Además, ahora está permitido maquillarse con total libertad, y
este nuevo cambio introduce la utilización del bolso, que servirá para
guardar todos los instrumentos de maquillaje. El cabello se utiliza teñido y
corto en la nuca, a la garçonne, y la delgadez es el ideal de la belleza. También
se hacen visitas al dentista para ortodoncias, y se depilan las piernas, cejas
y los brazos.
Esta nueva mujer quiere andar cómoda y ligera, porque debe
adaptarse a una rutina movida y fuera del hogar. Por eso, ama lo simple y va a
ir suprimiendo la ropa interior, mientras que se acortan las faldas
hasta la rodilla.
Con este acortamiento, las piernas ocupan una parte
importante en el cuidado de la apariencia. Para 1925, el color carne en las
medias se consolida como el de mayor preferencia, y se convertirá en un
clásico hasta la actualidad. Los colores también van a depender de los momentos
del día: para la mañana se llevan de lana, lisas, con calados y a cuadros,
y por la noche, de tonalidades metálicas en combinación con los zapatos
de lamé. Esta época se convierte en un verdadero frenesí por las medias, y las
mujeres van a querer conseguirlas cada vez en mayores cantidades y más finas.
Inicialmente, las medias se confeccionaban de 100 deniers y, aun así,
eran susceptibles a romperse.
Para evitar estos accidentes, las fábricas empiezan a diseñar
su confección en base a resistencia y durabilidad, y se elaboran puntos
de refuerzo en las áreas de mayor uso: en la parte superior que va
sujeta por el liguero, los talones, las punteras y en las costuras.
Todo esto, cuidando la estética del producto final.
Pero esta época feliz de faldas cortas y mujeres desenfadadas
llega a su fin con la crisis de 1929 del Wall Street, y como una
especie de presagio de lo que vendrá en los siguientes años, costureros como Chanel
o Vionnet intentan alargar las faldas con nuevos diseños que buscan darle
un aspecto romántico a las mujeres, lo que supone un retroceso en el
descubrimiento de las piernas femeninas. Aún así, las medias no dejarán
de ser parte de la vestimenta.
Los años treinta
A diferencia de la década anterior, los años treinta llegan
en medio de un ambiente de incertidumbre sobre lo que habrá de venir. La crisis
económica que se desencadenó es apenas unos de los más leves sucesos que se
vivirán en esta década, que tristemente terminará con una guerra mundial aún
más destructiva que la anterior. Europa entera sufre las agitaciones políticas,
sociales y económicas que harán estallar el futuro conflicto, y que ya han
empezado a deteriorar la calidad de vida de la población.
Estados Unidos en cambio, se recupera del crack del 29
gracias al plan que puso en marcha el presidente Roosevelt para sacar a
flote la economía. Este será uno de los pasos decisivos que llevará a la nación
a convertirse en la nueva potencia mundial, quitándole el liderazgo a los
ingleses.
Aunque el Nuevo Mundo sigue ejerciendo influencia sobre
Europa, París continúa siendo el centro de la moda femenina, con
las grandes casas de moda y los grandes costureros difundiendo sus diseños
desde la capital francesa. La visión que tienen de la mujer de los años treinta
es totalmente opuesta al prototipo libre e independiente de la década anterior.
Las faldas se alargan nuevamente hasta la mitad de la pantorrilla, la cintura
vuelve a marcarse y el cabello se lleva largo. Dos palabras definen a esta nueva
mujer: naturalidad y fascinación.
El cine, profundamente influenciado por los diseños de Chanel,
Vionnet o Patou, representa al prototipo femenino a través de artistas como
Marlene Dietrich, que hace famosa la imagen de la mujer “vamp”,
seductora y vestida de lo que se conocerá como traje de noche, utilizando
medias y liguero. Así, se impone la moda de que las mujeres deben ser
correctas amas de casa o secretarias en el día, y durante la noche, unas
románticas y apasionadas vamps.
Este traje de noche revoluciona el mundo de la ropa
interior. Aunque es largo, se hace lo suficientemente ceñido para moldear e
insinuar las piernas. Las telas que se utilizan son lamés, muselinas o
gasas, ya que la imagen que se quiere dar es de una mujer romántica y sensual,
pero con un punto de refinamiento.
Las medias quedarán en parte ocultas por el largo del traje,
pero esto no detiene el crecimiento de la industria de las medias. Las
exigencias en cuanto a su producción y confección se hacen cada vez más altas:
el rayón se difunde masivamente para el día, mientras que la seda queda
reservada para la noche. Se definen las cuatro principales tallas, y se
perfeccionan los menguados y los refuerzos para que las medias no se
arruguen. El color clásico sigue siendo el carne, al que se le suman los
grises y los marrones para combinar con los zapatos.
Pero sin duda alguna, el aporte más importante de esta época
en la historia de las medias fue la invención del nylon, en 1937,
por Wallace Hume Carothers. Las primeras medias elaboradas en este
material se confeccionan para finales de 1939, en la fábrica Du Pont De
Nemours and Company Inc., en Seaford, Delaware.
Este nuevo material da como resultado unas medias de 60
deniers, elásticas, de gran duración y comodidad, que son bien aceptadas
por el público y que no tardaron en venderse de manera masiva. Sin embargo,
este descubrimiento no se hace conocido en Europa porque un conflicto armado de
proporciones incalculables ya había estallado.
Los años cuarenta
En los primeros cinco años de la década de los cuarenta,
Europa vivió una pesadilla que ha sido, hasta el día de hoy, la peor de la
humanidad: la Segunda Guerra Mundial. La sociedad tuvo que renunciar al
lujo y a las comodidades como consecuencia de la escasez, y la moda pasó a
convertirse en un asunto secundario. La ropa que se confecciona en este período
responde a las necesidades de la realidad que se vive, por lo que los trajes de
las mujeres se “militarizan” con formas de hombros más cuadradas y faldas más
cortas hasta la rodilla, quizás por la escasez de telas.
Quedando nuevamente las piernas al descubierto, las medias
se convierten en un bien preciado que resultará muy difícil de conseguir.
La industria de la moda en Europa, en todas sus expresiones,
ha sido afectada por la falta de materia prima, incluida la industria de las
medias. En Francia, quien quisiera conseguir un par solo podía hacerlo a
través del mercado negro, y en España, como en la mayor parte del continente,
no se consiguen ya de ningún tipo. Para no dejar las piernas al desnudo, y a
falta de más tela para alargar las faldas, las mujeres tricotan calcetines
cortos para el invierno, o hacen medias de ganchillo. Pero para el verano, la
necesidad obliga a las mujeres a llevar por primera vez en la historia, las piernas
al total descubierto.
Si bien algunas décadas más adelante, las mujeres van a
exhibir sus piernas al desnudo y sin ningún tipo de remordimiento, este fue un
cambio muy abrupto para las mujeres de esta época, que para nada buscaban
llamar la atención o provocar una revolución del género femenino, mucho menos
en medio del conflicto en que se vivía. Aunque la sociedad del momento no se
atrevió a condenar este hecho, las mujeres que sentían vergüenza por mostrar
sus piernas, buscaron de hacer el asunto menos notorio a través de bronceados
que disimularan el aspecto natural de las piernas. Finalmente, como una
solución aún más creativa, se hacen de un nuevo truco: pintar una raya
fina marrón en la pierna simulando una costura, al mismo tiempo que las
maquillaban para que lucieran como medias reales.
En Estados Unidos, el nylon había hecho verdadero
furor por las medias elásticas y resistentes que se fabricaban con él,
pero el ataque de Pearl Harbour en 1941, entre otras consecuencias, hizo
que Du Pont dejara de producir medias para enfocarse en fabricar
paracaídas, cuerdas y enseres militares.
Afortunadamente, al término del conflicto, los países
europeos empiezan a reconstruirse. Con el mundo esforzándose por salir de la
escasez, el desarrollo del nylon se intensifica a nivel global. En
Europa y Estados Unidos se fabrican todo tipo de fibras artificiales para las
nuevas prendas de ropa interior: las fajas, las medias, el sostén, las ligas
y el liguero. En los últimos cinco años de la década de los cuarenta, París
se recupera como líder mundial en la moda y la casa Dior trae de
vuelta la coquetería y el lujo en la ropa femenina. Se ampliaron las faldas y
las alargaron, para crear diseños lujosos y elegantes que luego caracterizaran
a los años cincuenta.
Los años cincuenta
La década de los cincuenta inicia con la aparición pública
del nylon a nivel mundial. Por esta época el mundo tiene dos concepciones
diferentes de belleza: la de Estados Unidos, con el prototipo de mujer
femenina-deportiva-americana, de aire desenvuelto usando vaqueros y
bailando Rock and Roll, y muy bien representada por artistas como Marilyn
Monroe, Jane Rusell o Jayne Mansfield, y la concepción de Europa, que
buscaba contrarrestar esta visión tan ligera y corriente con un prototipo
mujer-mujer, más sensual, femenina y refinada, de cintura de avispa y
piernas sinuosas, como lo eran Sophia Loren y Gina Lollobrigida.
En cualquiera de los dos prototipos, el foco de atención eran
el escote, la cintura y las piernas. Esta y otras razones más van a
convertir a los años cincuenta en la gran década de las medias. Las
fábricas se dedican a perfeccionarlas en cuanto a confección y acabados, y se
descubre un nuevo tipo de hilo de nylon extensible, llamado Helanca,
con el que se fabricarán medias y calcetines y que será el antecesor del
leotardo.
La Casa Dior desarrolla por primera vez medias
finas de 15 y 20 deniers, y Balenciaga introduce innovaciones como
las de las medias de dibujos finos y leves. Por su parte, los americanos se
esfuerzan por mejorar los refuerzos, las punteras, el talón y los
acabados. También empiezan a confeccionar medias que sirvan para el verano,
sin puntera, y que van a tener colores especiales. Para evitar las carreras
en estas medias más finas, se hacen dobles refuerzos en la parte superior.
La máxima exigencia que se tiene ahora con las medias es que
sean lo más parecidas al color natural de la piel, por eso, para crear un
efecto más real, Givenchy lanza por primera vez al mercado las medias
sin costura, y a partir de este momento todos los demás fabricantes van a
poner en marcha la producción de un modelo que no tardará en reemplazar a las
antiguas medias con costura.
Para mediados de los cincuenta, el nylon es el único
material con el que se confeccionan medias, pues ya no se producen ni en
algodón, ni en seda, ni en rayón ni en hilo. La preocupación de que el modelo
sin costura se rompa rápido, lleva a que los fabricantes vendan empaques de
a tres. Pero la calidad y el desarrollo tecnológico es tal, que las
medias no solamente van a ser duraderas sino de rápida producción, lo que
hará que el abaratamiento sea definitivo.
Los años sesenta
Los cambios tan radicales en la moda que trajo la década de
los sesenta vienen de la mano de una generación de jóvenes que se convertirán
en los protagonistas de la escena pública y que buscan cambiar al mundo a
través de protestas pacíficas en las que divulgan sus ideales de paz, libertad
y alegría. Con esta década se pone punto final a los traumas y recuerdos de la
pasada guerra mundial, y con ello, las masas se moverán en la búsqueda de una felicidad
utópica, como siempre, imposible de alcanzar, que irá acompañada de una
revolución en la música, el consumismo, el arte, la política, y en casi todas
las demás áreas de la vida.
Todo el mercado se enfoca ahora en satisfacer las necesidades
de los jóvenes, porque esta década va a ser precisamente la que más importancia
le dará a lo juvenil. Las producciones en serie se encargan de fabricar
discos, posters y vestidos, y el rechazo por los colores aburridos y las formas
clásicas del pasado va a provocar que esta generación se vista de colores
vivos y se dejen crecer melenas.
Un fenómeno importante en la moda tiene su aparición
en esta época: en 1964, nace en Londres la minifalda.
Mary Quant fue la costurera inglesa encargada de
comercializar la minifalda, y rápidamente todas las jovencitas de
Londres van a vestir esta nueva prenda, que no tardará en hacer furor en todas
partes del mundo. La Alta Costura de París rechazó en un primer momento
la idea de la falda corta, pero las francesas, al igual que las nórdicas y las
alemanas, se lanzan a utilizarlas indiscriminadamente. Igualmente las jóvenes
americanas, que aunque estaban más enfocadas en la moda hippie, irán adoptando
poco a poco el uso de la mini.
Esta nueva prenda, y la pierna cada vez más expuesta, favorece
el desarrollo de la industria de las medias, que ya había avanzado
considerablemente en la década anterior. Para 1960, ya no se fabricaban medias
con costuras puesto que las sin costuras las habían reemplazado por completo.
Las clásicas medias en color carne tienen en esta época una importante
competencia en el diseño innovador que los franceses van a lanzar al mercado: medias
con dibujos y calados enteros, de colores vivos y alegres. La tradición de
las medias lisas queda ahora relegada a un segundo plano gracias a las nuevas y
coloridas medias que se fabricarán con el hilo de Helanca.
La moda de las minifaldas no tardó en ser adoptada
también por las mujeres adultas, y personalidades como la Reina de
Inglaterra, Grace Kelly o Jacqueline Kennedy hicieron apariciones públicas
con ellas. El extendido uso de esta prenda puso en evidencia un problema de
estética al que había que encontrarle solución: la parte superior de las
medias, la liga y el liguero, no podían quedar a la vista, pero era difícil
mantenerlas ocultas al sentarse.
Así es como nace el panty, una prenda completa que
subirá hasta la cintura y que ya no necesita de ligas ni liguero para
sujetarse. Los primeros son fabricados en Francia en 1964, pero es en 1968,
cuando la minifalda alcanza su punto más corto, que los pantys tienen un
verdadero boom. La utilización de esta nueva prenda hace que las mujeres dejen
de utilizar fajas, para llevar solamente pantys y bragas. Las chicas
jóvenes, sobre todo, no tardan en adoptar el uso del panty, para cualquier
ocasión y hora del día.
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La supermodelo Twiggy en vestido corto y medias caladas. |
Los años setenta
La crisis del petróleo en 1973, desmejoró en los años
siguientes la calidad de vida del mundo occidental. Muy lejos quedaron todos
los excesos de los años sesenta, y se empezaron ahora a sentir las
consecuencias de una época desenfrenada y consumista. La población tiene que
adaptarse a una nueva vida más austera, con una conciencia de ahorro más
desarrollada y con condiciones de trabajo cada vez más difíciles.
Al mismo tiempo que el mundo se adapta a una manera de vivir
más responsable y consciente, la moda vestimentaria cambia
drásticamente, dejando atrás el alegre y desenfadado colorido de los sesenta.
En la década de los setenta, se busca volver a darle un lugar
en la moda a la mujer adulta joven, que había quedado totalmente desplazada
como consecuencia del enfoque juvenil de los años anteriores. Con una visión
más madura y elegante, el nuevo prototipo de mujer debía ser muy
femenina, deportiva, elegante y sensible al lujo, pero de manera discreta. Era
una mujer que se adaptaba a una realidad de un mundo en crisis y que sabía cómo
administrar sus gastos.
Para esta época en la que el pantalón es ya una prenda
de uso diario y frecuente, las mujeres optan por llevar calcetines altos,
que más adelante se convertirán en minimedias, y bajo las faldas largas,
se continúan llevando los pantys.
Aunque las alocadas medias de coloridos y fantasías se
siguen comercializando, las mujeres prefieren volver a los tonos clásicos y
lisos de siempre: beige, marrón, negro y azul marino.
También se hace un avance muy importante en la confección de los
pantys: se agrega una pequeña pieza en la entrepierna, llamado rombo,
que le da una mayor calidad y resistencia a la prenda.
De los ochenta a la actualidad
La llegada de la década de los ochenta
estabilizó el vestuario femenino en general: pantalones, faldas, vestidos,
minifaldas y leotardos, las mujeres ya pueden utilizar la ropa que prefieran,
según la ocasión. Lo mismo sucede con los pantys, que han conseguido un
lugar estable en el atuendo de las mujeres en sus colores clásicos como el
carne, marrón, negro y grises. Una moda que aún es recurrente y que tuvo su
gran auge en esta época, fueron las medias de red combinadas con
minifaldas, y los pantys negros opacos.
En estos años, y después de todas las
modificaciones que han sufrido las medias en las últimas cuarenta décadas, la
industria de este sector se enfoca en perfeccionar la tecnología para su
producción.
Un importante avance que se generó en la década
de los noventa fue el desarrollo de nuevas variantes en cuanto al brillo
del tejido y su suavidad, y también se comercializan por primera vez los
pantys con efectos moldeadores, reductores y de soporte.
Aunque a lo largo del tiempo han surgido
diferentes modas, como los leotardos de colores combinados con calentadores
en los años ochenta, o los leggins en los años noventa, ya no
representarán una competencia para el panty clásico. Esta prenda, aún en el
siglo XXI, sigue siendo un básico del vestuario femenino, que puede acoplarse a
las diferentes modas, colores, fantasías o tendencias del momento.
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Brooke Shields en leotardos y calcetines. |
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